La alquimia de lo cotidiano
Hola amigas y compañeras ¿Cómo estáis? Espero que estéis bien, disfrutando del verano en un lugar donde podáis encontraros con vosotras y hacer aquellas cosas que os hacen feliz.
Yo os escribo desde una ubicación diferente, pero no penséis que me refiero a un lugar fuera de mi hogar, nooo...simplemente he cambiado mi ordenador de sitio. Cuando llega la primavera me encanta mover las cosas de mi casa de un lugar a otro, y empiezo a darle vueltas a cómo puedo generar movimiento sin liarla demasiado. Todo este proceso me encanta, lo disfruto muchísimo. Este año por diferentes circunstancias no pude hacerlo, así que el movimiento ha llegado un poquito más tarde, y esta vez le ha tocado a la mesa del ordenador y al tapiz del sofá del salón. Me gusta relajarme haciendo cosas cotidianas que había dejado de hacer por las obligaciones laborales y académicas. Disfrutar de mi saludo al sol matutino, de sacar al perro, del desayuno (es la comida del día que más disfruto), de cocinar, de ver series, de leer libros, de conversar con mis amigas, con mi familia, de dar más atenciones a mi hija, a mi pareja y sobre todo a mí misma…
Volver a lo cotidiano me ha ayudado a recuperar mi salud, porque hacer cosas cotidianas me produce bienestar… Os cuento un poquito el proceso
Mis vacaciones mentales comenzaron el día 24 de junio y las físicas el día 31. Llevo casi un mes “reseteándome”... recuperándome de un curso escolar intenso y de unas circunstancias complicadas relacionadas con el bienestar familiar y personal.
Todo este cúmulo de estilo de vida del último año, ha pasado factura a final de curso y he necesitado un mes para poder recuperarme. Claro que esta recuperación se ha visto interrumpida de nuevo por la segunda dosis de la vacuna, pero parece que ya lo voy superando.
A final de curso ya estaba agotada, llevaba con alteraciones en la menstruación varios meses, incrementándose el malestar durante el último mes con un fuerte dolor de piernas por el día y la noche. Al hacer analítica sólo apareció un poco de anemia, por lo que con descanso físico, mental y emocional, más una alimentación saludable parece que se ha solucionado. El dolor de piernas desapareció y la menstruación volvió. Le he dado bastantes vueltas a los tres meses de amenorrea.
https://micicloesmio.com/hormonas/sop-o-amenorrea-hipotalamica/
Desde que me puse la primera dosis de vacuna (día 26 de febrero) tuve más alteraciones en la menstruación, sangrado más abundante entre reglas y una lívido aumentada que no iba en correlación a mi estado emocional, hasta que finalmente terminó en una amenorrea de tres meses. Fue algo que compartí con mi hija y pareja. Ahora parece que se está investigando la relación entre las alteraciones hormonales que produce la vacuna en la mujer. Guau!!! Un fuerte aplauso para el patriarcado!!
Me indigna de forma desproporcionada que la perspectiva de género no exista de forma obligada en la medicina cuando el 51 % de la población somos de sexo biológico mujeres. Ya os digo yo, que si varios hombres hubiesen padecido orquitis (inflamación de los testículos) tras la vacunación, este síntoma aparecería descrito en los efectos secundarios.
https://blogs.publico.es/otrasmiradas/51025/el-patriarcado-afecta-gravemente-la-salud/
“No vemos las cosas como son sino como somos”
Jiddu Krishnamurti
No hago responsable de mi alteración hormonal solo al estrés físico producido por la vacuna, también al estrés mental y emocional extremo mantenido durante los últimos meses y por supuesto a la edad que tengo. Somos seres biopsicosociales y tanto nuestra biología, como lo que sentimos y pensamos influye en nuestro organismo.
Desde luego que sé poquísimo sobre salud hormonal, pero es evidente que si existen alteraciones en las hormonas con otras circunstancias físicas, mentales y emocionales, pues la vacuna también podría producir estas alteraciones. Lo vergonzoso es que no se estudie y que no informen de esos posibles efectos secundarios si eres mujer. Es una obligación hacerlo, pero el sistema patriarcal y capitalista en el que estamos inmersas todas las personas que habitamos el planeta, no lo exige. Las mujeres somos cíclicas gran parte de nuestra vida, pero el androcentrismo visibiliza y favorece solo la linealidad del sexo masculino, haciéndonos creer que por ser tan variables estamos “locas”.
Ahora bien amigas, ser cíclicas mola, mola mucho, solo hay que aprender a conocerse y disfrutar cada una de nuestras etapas. Tenemos que cambiar la visión y los mitos que existen sobre nosotras, y una forma de comenzar a hacerlo es fomentando la sororidad. Apoyándonos entre nosotras, comprendiendo nuestras inquietudes, nuestros deseos, nuestros fracasos, nuestros cambios y un buen comienzo es respetando la diversidad que existe en cada una de nosotras.
Os mando un fuerte abrazo lleno de inmunidad, que os aseguro que estoy muy bien servida.
Un besazo con aroma azahar
Gracias por estar ahí y apoyarme con tu mirada
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